Una nueva actividad del curso es realizar la lectura de un texto de Ángel Felpeto acerca de la figura de los directores.
Bueno, pues después de leer el documento aportado me encuentro en una gran encrucijada. Por un lado estoy de acuerdo con las reflexiones que se hacen, pero por otro lado y con las experiencias vividas en los distintos centros por los que he pasado me resulta algo difícil lograr superar todas las dificultades que se plantean.
Para empezar, no creo que la formación antes de ser director esté bien planteada. Me parece que es un trámite burocrático y que realmente empieza cuando te encuentras en el cargo. Y los que están realmente preparados para ser directores de los centros se tienen que amoldar a la situación que se les presente, porque puede haber docentes dispuestos a innovar y trabajar o te puedes encontrar con los que no quieren complicaciones y que todo sea lo más básico posible.
He estado en centros que eran auténticos "cortijos" en los que te quitan hasta las ganas de ir a trabajar, y lo digo con mucha tristeza porque soy maestra por vocación y me encanta. Pero cuando te tienes que enfrentar a tus propios compañeros y equipo directivo para poder realizar tu tarea correctamente... a mí se me cae el alma a los pies. Gente acomodada a ir de 9 a 2 al centro de trabajo y que con cumplir el horario, que no con su trabajo, daban todo por bueno. Eso un equipo directivo no lo debería permitir, pero por desgracia es una realidad porque incluso ellos mismos entran en esa dinámica.
También he sufrido la experiencia de compañeros que ansiaban ser directores (y lo han logrado) por "imagen", sin aportar nada positivo al centro. O que lo hacen para establecer una dictadura desde su posición de "jefe supremo" sin estar realmente preparados para el cargo.
Aunque también puedo decir que he pasado por centros en los que la implicación del director ha sido de diez. Estar en sintonía con el claustro, el alumnado y las familias no es una tarea fácil. Y no tener una plantilla estable no impide que esto sea posible. Pienso que la estabilidad de las plantillas es un factor importante pero no decisivo. Si hay voluntad la implicación en el trabajo y el funcionamiento debe ser positivo. Si el director actúa como líder con un proyecto realista y consistente, todo es mucho más llevadero, porque se hacen cosas reales, se trabaja con ilusión y todas las partes se implican en conseguir los objetivos: profesorado, alumnado y familias.
Todo lo que expongo lo he vivido en primera persona: la dejadez de funciones, la apatía en el día a día, la implicación con las familias, la preocupación por el alumnado y las circunstancias que les rodean, ...
Y si hay algo que me preocupa realmente hoy en día en nuestro sistema educativo es el gran poder que tienen las familias para intervenir-interponerse en el trabajo docente. Hoy en día se toman muchas decisiones negativas por culpa de ellos y esto dificulta enormemente la labor del director y de los docentes.
Lo que es una realidad bajo mi punto de vista, es que para ser un buen director hay que estar bien formado, tener liderazgo y empatía y sobre todo, el don de motivar y lograr implicar a todos los que conforman la comunidad educativa.
#edudireccion